El antiguo, y actualmente abandonado, Monasterio de San Antolín de Bedón se encuentra cerca de la localidad de Naves, en el Concejo de Llanes en el Principado de Asturias, cerca de la desembocadura del Río Bedón (ó Beón) y de la playa de San Antolín de Bedón (ver mapa abajo).
Este a sido un auténtico “descubrimiento de rincón”, recorriendo carreteras no habituales, se encuentra junto a la carretera AS-263 entre Llanes y Ribadesella y una vez pasada la localidad de Posada de Llanes.
El monasterio se encuentra totalmente en ruinas, excepto la iglesia que parece haber sido rehabilitada recientemente, aunque en su interior no existe ningún retablo ni ornamentos, será porque la única cerradura es un palo…
Una vez descubierto, busqué información sobre el lugar, y encontré leyendas y posibles fenómenos paranormales, que la verdad es que, aún entrando a plena luz del día, es un lugar un poco “tétrico”.
Historia
La iglesia de San Antolin es lo único que queda del antiguo convento de monjes benedictinos construido a principios del siglo XIII sobre otro anterior problablemente del siglo XI. En la actualidad es propiedad particular y la iglesia se encuentra desacralizada (sin culto).
La fundación del primer cenobio se mezcla con la leyenda. Según esta Munio Rodriguez Can tio del Cid Campeador, encontrandose de caza por estos parajes hirió a un jabalí y cuando estaba a punto de rematarlo este se revolvió contra él y le lanzó una llamarada de fuego por la boca. Impresinado nuestro personaje y atribuyendo el suceso a un hecho divino, decidió fundar un monasterio en honor a San Antolín (que por cierto es abogado contra el fuego).
Los primeros datos ciertos que tenemos proceden del año 1205 (siglo XIII) cuando un abad de este monasterio de nombre Juan comenzó las obras de construcción de un nuevo convento.
Construcción
Su fábrica actual es fruto de la restauración acometida en 1955 por Luis Menéndez Pidal. De planta basilical, se estructura en tres naves, estando la central, de mayores proporciones en planta y alzado, formada por dos tramos, señalados por los soportes del conjunto de arcos separadores de las naves. Tiene un transepto no acusado y su cabecera cuenta con tres contiguas capillas, semicirculares al exterior e interior. La cubrición se efectúa con techumbre de madera vista en las naves, bóveda de cañón en el crucero y, para la triple cabecera, bóveda de cañón en el tramo recto y de horno o cuarto esfera en el ábside. La escasa luz natural del interior la facilitan saeteras abiertas en muros realizados en mampostería, mientras el sillar se reserva para zonas delicadas, como contrafuertes, sostenes internos y ábsides. Las portadas se presentan en cuerpos algo salientes protegidos con tejaroz; la principal, ubicada al oeste, está constituida por cinco arquivoltas; la puerta meridional responde a idéntico esquema, mientras la portada norte está hoy cegada. Dentro de este templo de propiedad privada, que permanece cerrado al culto desde comienzos del s. XIX, hay tres sepulturas, dos de la familia Aguilar y una tercera del abad Pedro Posada.
Leyendas
Existen muchas leyendas en torno a la fundación de este monasterio, pero yo me voy a quedar sólo con una, la que me parece más bonita, y que explicaría algo de los fenómenos paranormales que se dice suceden en su interior, la huérfana de San Antolín.
En el siglo XI vivió Munio Rodríguez Can, o también conocido por el Conde Muñazán, hijo de Don Rodrigo Álvarez de las Asturias, un hombre cruel y sanguinario.
Un día el conde fue de caza por territorio de Llanes cuando le sorprendió una tormenta, empezó a buscar un refugio pero no encontró ninguno, así se le hizo de noche rodeado de tinieblas rasgadas por fuertes relámpagos. Después de mucho correr vio una cabaña de la que salía una luz resplandeciente, se aproximó y vio una bellísima muchacha, que estaba arrodillada rezándole a una imagen. Él se encaprichó con ella. La muchacha la llamaban “la huérfana de San Antolín”, estaba rezando por la vuelta de su prometido que había ido a la guerra. El conde entró e intento conquistar con elogios y también con amenazas a la joven, que asustada huyó corriendo. Muñazán la quiso seguir pero un relámpago estalló delante de él y la chica pudo esconderse. Al día siguiente el conde se marchó jurando vengarse de ella. Días después pasó por allí, ella estaba cogida de la mano de su pretendiente y lo miraba con ojos amorosos, el conde se enfureció tanto que armado con una ballesta entró y mató a los muchachos. Pasado el momento de ira, observa la escena arrepentido y huye despavorido, pero su conciencia no paraba de repetirle “Asesino”.
Tiempo después, Muñazan se siente más culpable que nunca y en un momento de inspiración decide vender todo lo que posee y levantar un monasterio donde antes estaba la cabaña de la huérfana. Se desprende de sus lujosas ropas, se viste con la ropa de monje y se dedica a la oración para redimirse de sus pecados.
Para más información sobre las distintas leyendas recomiendo los siguientes enlaces
La leyenda del Monasterio de San Antolín de Bedón
Investigamos los misterios del Monasterio de San Antolín de Bedón
Precioso "descubrimiento"... la verdad es que es una pena que tanto patrimonio y tanta historia se deje perder de esa manera...
ResponderEliminarUn abrazo
Coincido con Pablo, una pena... La leyenda curiosa jejeee
ResponderEliminarSigamos descubriendo rincones!! Un abrazo. Sergio
Estoy con quienes quieren que se haga historia con la "historia". Que las autoridades provinciales piensen más en este pedazo de tierra de mágicas situaciones, que en faraonicas obras nuevas que nada dicen.
ResponderEliminarEn Inglaterra, en sus antiguas obras, los ayuntamientos las han arreglado, y previo pago de un pequeño importe, las muestran orgullosos al visitante. ¿Por qué no hacer algo parecido aquí?
La verdad es que he descubierto este rincón hace apenas una semana pero no entiendo como un monumento como éste, situado en un enclave tan privilegiado y transitado no es restaurado del todo y aprovechado como se hace en otros rincones de nuestro país con lugares incluso menos importantes.
ResponderEliminar